viernes, 7 de julio de 2017

El mito de la izquierda patriota

Desde hace unos años a esta parte, ha surgido una bifurcación "patriota" dentro del comunismo, que, por un influjo de teorías duginianas sumado a una falta de referentes ideológicos serios, ha llegado a cautivar incluso a jóvenes tercerposicionistas. Redacto este artículo con el propósito de demoler esta falsa idea con la esperanza de hacer reflexionar a aquellos que sintiéndose patriotas, se vean tentados por este canto de sirena.


Antes de empezar la crítica de este oxímoron, analicemos cómo ha podido aparecer.
La izquierda no es un todo homogéneo, existen dentro de ella diversas tendencias que difieren en la metodología, pero no en la fínalidad, que es la misma para todas ellas: implantar el comunismo, o cuanto menos sus rasgos más característicos: alterar el sistema de producción, reconfigurar la composición cultural de las antiguas naciones, trastornar el orden de la sociedad, de la familia, de la naturaleza incluso...
A raíz de los fiascos electorales cosechados por los partidos políticos que se decían abanderados del comunismo durante las últimas décadas, algunos comunistas, han sido capaces de analizar las razones de estos fracasos y han constatado que entre sus filas, existen facciones que han alcanzado cotas dantescas de subversión cultural, hasta el punto de sustiruir el pecado original por un concepto más laico y revolucionario: los privilegios. Según esta extravagante teoría, que hunde sus raíces en los postulados de Gramsci, la opresión capitalista no vendría determinada por la propiedad privada de los medios de producción como estipulaba Karl Marx, sino por la condición de blanco, heterosexual, hombre... Y en suma, cualquier otra condición de nacimiento de aquellos que ostentan el prestigio social dentro una comunidad pujante. Entiéndase "ostentar el prestigio social", no como ser dueño del poder fáctico de la sociedad, sino como ser el tipo de individuo que tradicionalmente ha engrasado el motor de la misma con su esfuerzo, su genio, su habilidad y su capacidad, y como tal se le reconoce.

Conscientes ya de cuál era el problema, para hacer contrapeso a los sectores progresistas más radicales y así ampliar su nicho de votos (recordemos que el comunismo se nutre de la cantidad, no de la calidad), han decidido copiar la fórmula del éxito de la derecha etnonacionalista: apelar al origen étnico de los trabajadores. No solo pararon de hostigar a los trabajadores blancos de clase media por su supuesto pecado original, en vista de que esto les espantaba como electores, sino que han empezado a recurrir también a su pertenencia a "la patria". Sabedores de que se trataba de un cambio extremadamente radical, pasar de ser aquellos que tradicionalmente se oponían a las naciones a venderse como sus mayores partidarios, comenzaron a esgrimir como argumento que las antiguas repúblicas comunistas (la URSS, Yugoslavia, China) y las que perduran hoy en día (Corea del Norte, Cuba, Venezuela) exaltaban valores como el patriorismo, con el fin de legitimar su nuevo propósito. No obstante, hay que matizar que los comunistas recurrían al sentimiento patriótico con intenciones espurias. A lo largo del artículo lo analizaremos.

Antes de ir al meollo del asunto, conviene definir que es la patria, concepto que vamos a manejar mucho a lo largo de esta breve tesis. De ahora en adelante, cada vez que se mencione a lo largo del artículo, entiéndase Patria como una institución que surge espontáneamente de la convivencia entre individuos de origen común que organizan y desarrollan su vida bajo su seno, con miras a transmitir su historia y conocimientos a generaciones futuras con el fin de prolongar su existencia en el tiempo.


¿Qué entiende un comunista por patria?


Originalmente, Marx concebía las naciones como una invención burguesa que no tenían otro fin que mantener alienado al obrero explotando su instinto primario de pertenencia a una comunidad[1]. El Manifiesto Comunista deja bien claro que los obreros no tienen patria. Marx fue un hombre que, a pesar de haber suscitado las políticas más estatistas de la historia, fue capaz de defender el libre comercio por el mero hecho de que debilitaba la estructura nacional, facilitando el triunfo de la revolución internacionalista:
Desde sus inicios, el comunismo ha sido siempre enemigo de las naciones.
Engels, el otro padre del comunismo, tampoco se quedaba atrás. Consideraba que todos los pueblos que tenían apego por su tradición eran una fuente de la que emanaban actitudes reaccionarias, un impedimento para la instauración de la patria del proletariado:
"No hay país en Europa que no disponga en alguna de sus esquinas de una o varias ruinas de pueblos, residuos de antiguas poblaciones, arrinconadas y sometidas por la nación que con posterioridad se convierte portadora del desarrollo histórico. Estos restos restos de una nación machacada sin piedad por la marcha de la historia -Hegel dixit-, estos excrementos de pueblos, se convierten una y otra vez hasta su extinción o desnacionalización en portadores fanáticos de la contrarrevolución. Es más, su propia existencia es una protesta contra la gran revolución histórica.
En Escocia los gaélicos, apoyo de los Estuardo desde 1640 a 1745.
En Francia los bretones, apoyo de los Borbones desde 1792 a 1800.
En España los vascos, apoyo de Don Carlos.
La próxima guerra mundial hará desaparecer de la faz de la Tierra no ya sólo a clases y dinastías reaccionarias, sino también a pueblos reaccionarios enteros. Lo cual también es un progreso."
Friedrich Engels, publicado en la Nueva Gazeta Renana en 1849

De aquí se comienzan a bosquejar las intenciones de la ideología comunista para con las naciones y su disposición hacia la patria.


Avancemos hasta la década de los 1920. Estamos en Rusia. La revolución bolchevique ha triunfado. Las primeras medidas de los comunistas en materia sociocultural son destinadas a prohibir el cristianismo. Católicos, ortodoxos e incluso protestantes son perseguidos y asesinados por millares. En última instancia, se persigue abolir la religión, aunque el islam goza de libertad de culto en zonas delimitadas por el gobierno, ya que sus feligreses habían sido de gran utilidad durante la revolución; también los judíos pudieron disfrutar de su propio Óblast Autónomo a partir de 1934, una especie de alternativa a Israel, pues al fin y al cabo, fueron el cerebro de la revolución. Aún así, ninguno se libra de estar fuertemente intervenido y supervisado por el gobierno, nada puede escapar de las garras del Estado comunista.
¿A qué se debe esta persecución del cristianismo y la tolerancia con el islam y el judaísmo? La Rusia Imperial era una nación vertebrada en torno a una élite de etnia eslava, con un pueblo mayormente eslavo y cristiano ortodoxo que era quien ostentaba el prestigio social, dentro de los parámetros especificados con anterioridad. A pesar de ésto, dentro del territorio que abarcaba el Imperio, moraban gentes de otras etnias como germanos (los zares habían emprendido políticas para atraer inmigración germana), judíos, cosacos o tribus nómadas mongolas y turquicas, estas últimas de facto eran ajenas al gobierno zarista y a su poder.

Realmente toda sociedad pretendidamente multicultural no es tal. Pueden coexistir varias etnias dentro de un mismo territorio, de las que una de ellas debe llevar necesariamente el bastón de mando y ejercer su poder sobre las demás. Por más que puedan existir periodos de paz y concordia entre ellas, sobre todo cuando se encuentren en un periodo de bonanza económica que estimule el comercio [2], la fricción es constante y finalmente, el grupo étnico más fuerte (que no tiene porqué ser necesariamente el que lleve el bastón de mando) terminará por imponer su raza, su cultura y su voluntad ante las demás. Ya sea mediante invasión, asimilación, exterminio o demografía. Existen ejemplos de sobra a lo largo de la historia: Al Ándalus entre árabes y bereberes y mozárabes; el Imperio Español entre indígenas y conquistadores; Sudáfrica entre boers e invasores centroafricanos [3]; ingleses o estadounidenses e indios; Roma contra Judea... El multiculturalismo ha sido siempre un foco de problemas.

El comunismo triunfó congregando las masas turco-mongolas en torno a una élite dirigente judía, que llevaba lustros confabulando para derrocar el zarismo [4], régimen que atravesaba en ese momento una dura depresión, y finalmente lo consiguieron cuando lograron poner a estas tribus centroasiáticas en contra de la población eslava dominante, que si bien no llegó a desaparecer físicamente, quedó relegada de su prestigioso estatus social. Desde entonces el poder lo ejerció una élite extractiva de origen mayormente judío, conocida como nomenklatura. Entre los peldaños más bajos de la pirámide social, todos habían sido igualado por lo raso. No obstante, la igualdad no impidió que existieran fricciones entre distintos sectores poblacionales por motivos étnicos. Por poner un ejemplo, los azeríes no dejaron de marginar y asesinar a los armenios que vivían en su república ante la pasividad del Kremlin.
En términos nietzschenianos, aquellos judíos como Lenin o Trotski supieron explotar la atávica inquina que el chandala profesa contra todo aquel que le es superior. Agruparon bajo la bandera roja a las castas más bajas del Imperio y las pusieron a embestir contra la población eslava dirigente hasta que la hicieron zozobrar y finalmente se derrumbó. Según reinterpretaciones sesentayochistas de Gramsci, los oprimidos: asiáticos, judíos, musulmanes... Habrían derrocado el régimen blanco, cristiano y en definitiva, occidental, origen de esa opresión.

Tras el triunfo de la revolución de octubre, nos encontramos con un nuevo régimen que representa a una nación recién nacida. Ya no se trata de la vieja y derrotada Rusia eslava y ortodoxa. Se trata de un nuevo país que no tiene más señas de identidad común con las que se pueda identificar su nuevo pueblo que la hoz y el martillo. Y de hecho se pretende que su identidad común sea única y exclusivamente la hoz y el martillo hasta que... Estalló la Segunda Guerra Mundial. Ante aquella coyuntura, la Unión Soviética necesitaba soldados a casco porro dispuestos a luchar por el ideal comunista, pero la mayoría eslava no estaba muy por la labor de dar la vida por un régimen con el que no se identificaban y además reprimía las expresiones más genuinas de su idiosincrasia. Así que para motivarlos a morir por la Unión Soviética, Stalin trató de que se familiarizaran con ésta. Sólo entonces se despenalizó el cristianismo ortodoxo (sometiendo sus iglesias a los designios del estado soviético y asesinado o encarcelando a clérigos y obispos que se oponían a su voluntad) e incluso se comenzaron a usar ornamentos de corte zarista. A pesar de lo que quiso hacer creer la propaganda comunista, el Zar era una figura querida y respetada entre los rusos hasta el fiasco de la Guerra Ruso-Nipona y la represión iniciada por el Zar Nicolás II motivada por el asesinato de su padre a manos de terroristas comunistas, suceso que truncó el lento avance hacia el parlamentarismo en Rusia. ¿Cómo es que fue asesinado por su propio pueblo? Decía Milovan Djilas (hablaremos de él más tarde) que el comunismo explota los sentimientos de la gente animándoles a esforzarse el doble con la promesa que nunca se cumple de mejorar su condiciones de vida, no en vano así lograron industrializar el país. A esta filosofía se le denominaba estajanovismo. No es de extrañar que una sociedad que se encontraba en franca decadencia y corroída por las penurias como lo era Rusia entonces, fuera un excelente caldo de cultivo para la auge del bolchevismo.
Distinción de la Orden de San Jorge, originalmente otorgada por el Zar al mérito militar. Fue suprimida por Lenin en 1918. Stalin recuperó su estandarte en 1943, las franjas negrinaranjas, y más tarde la empezó a usar para conmemorar el día de la victoria sobre el Eje.
Es aquí donde aparece por primera vez el "patriotismo comunista" sólo como un mal necesario para combatir la amenaza fascista y perpetuar el régimen comunista. Volverá a ser utilizado más tarde por la nomenklatura soviética, que había constatado durante la Gran Guerra Patria la poderosa influencia que el patriotismo ejerce en la voluntad humana, para afianzar su poder frente a potencias comunistas extranjeras. Abordaremos este tema en su debido momento, por ahora quedémonos con el concepto de que la URSS solo utilizaba un patriotismo capado como medio transitorio para pastorear a las masas con mayor facilidad, hasta que se instaurase el comunismo.

Por lo demás, se tendió a uniformizar la forma de vida, la cultura y la raza de la Unión Soviética entre sus distintos territorios integrantes. Se fundaron órganos estatales destinados a crear un nuevo modelo de producción basado en el comunismo [5] y una cultura acorde a este, la escolarización forzosa no tenía otro fin que adoctrinar a la juventud en el ideal comunista, las tribus nómadas que habitaban el Imperio a caballo entre Mongolia y Rusia fueron obligadas a sedentarizarse, se emprendieron políticas de reasentamiento poblacional... Milován Djilas consideraba que se había iniciado un proceso de rusificación debido a la imposición del ruso como lengua vehicular de la Unión y los intentos del georgiano Stalin de venderse en tiempo de guerra como un acérrimo patriota ruso. En mi opinión, aquello era mero utilitarismo, la civilización propiamente rusa había sido mutilada y despojada de sus señas de identidad, pero seguían siendo mayoría dentro del territorio y resultaba más sencillo instaurar el comunismo si se legislaba pivotando alrededor de ellos y las instituciones que habían dejado.

Conviene también, comentar la situación de las colonias y satélites soviéticos. Comenzaré tratando el caso de Mongolia:

 Tras siglos de segregación étnica, en 1911 la China Qing había comenzado una política destinada a sinificar el territorio mongol mediante asentamiento de población china en el territorio y programas de sustitución étnica, con el fin de dominar Mongolia con mayor facilidad, al fabricar un factor étnico que aceptase de buen gusto el pretendido gobierno chino. De hecho obtuvieron los resultados esperados en Mongolia interior. Sin embargo, dichas políticas causaron recelo entre gran parte de la población mongola que vieron peligrar su tradicional estilo de vida, de modo que empezaron a esgrimir elementos de su identidad colectiva para afirmar su singularidad en contra de la colonización cultural y étnica china, pivotando sus reclamaciones, sobre todo, en torno a la cuestión espiritual. El budismo mongol tomó gran relevancia dentro del movimiento independentista, siendo el jerarca de esta religión una de las cabezas visibles del proyecto. Aprovechando el periodo de debilidad que atravesaba la China Qing, Mongolia exterior se erigió, unilateralmente, en un estado independiente, de escasa notoriedad internacional, si bien China (y Rusia) le concedió cierto reconocimiento en 1915 mediante el tratado de Kyakhta; a cambio Mongolia debía de reconocer la suzeranía de China. El nuevo estado, bautizado como Kanato Mongol o Kanato de Bogd se había constituido en una teocracia budista que perduró más de una década, tiempo durante el que aspiró a incorporar también la Mongolia interior. Por su parte, China tampoco cejó en sus reclamaciones territoriales sobre Mongolia.

La inestabilidad geopolítica que ocasionó revolución bolchevique de 1917 hizo temer al gobierno chino una inminente invasión rusa de Mongolia, por lo que revocaron la tímida autonomía que les habían concedido en 1915 y enviaron tropas chinas a territorio mongol, contrariando una de las cláusulas establecidas en el tratado de Kyakhta. Mongolia exterior fue reincorporada de nuevo a la ahora República de China, bajo condiciones especiales, en 1919, tras arduas negociaciones diplomáticas y políticas. Los chinos consideraron ésto un importante triunfo político, y organizaron celebraciones con una fuerte carga simbólica, destinados a hacer ostento de dominancia sobre el pueblo mongol. Empero los mongoles no dejaron de ansiar su independencia. En 1920, Roman Ungern von Sternberg, un soldado de la Rusia imperial, se adentra en Mongolia, derrota a las tropas de ocupación chinas y restituye el kanato de Bogd Khan. Este oficial del Ejército Blanco tenía pretensiones de recrear el Imperio Mongol y se autoproclamó cogobernador de Mongolia junto a Bogd.

Durante el periodo de abolición de la autonomía mongola, se había fraguado el embrión de lo que en el futuro será el Partido Revolucionario del Pueblo Mongol: el grupo de la "Colina Consular", fundado por Dogsomyn Bodoo, influenciado doctrinalmente por los bolcheviques, y el grupo de "Urga del este"; estos son los grupos principales que auspiciaron la revolución mongola de 1921, que pretendían que fuera un trasunto de la revolución rusa, y con apoyo soviético, lograron derrocar a Roman Ungern e instaurar una monarquía parlamentaria regida por Bogd, que duró hasta su muerte en 1924, tras la que se inauguró la República Popular de Mongolia, estado satélite de la URSS. Con la muerte del último khan se desvaneció también la recién adquirida independencia de Mongolia que había conseguido Roman.

Duros años de represión aguardaban entonces a los mongoles. Veamos:

-Recordemos que el anterior Khanato de Mongolia se había vertebrado en torno al budismo. Pues bien, fue estrenar régimen comunista y comenzaron los asesinatos de monjes budistas (se dice que unos 20.000 monjes fueron asesinados) y la destrucción de patrimonio arquitectónico destinado a su culto. Todo motivado por la propaganda comunista, que había divulgado una imagen del clero budista como un colectivo de hipócritas mezquinos y codiciosos que habían confabulado contra el khanato de Bogd.

-Stalin ordenó la eliminación de instituciones budistas. Cuando unas pocas fueron restituidas tras su muerte, quedaron subyugadas al estado comunista.

-Se sabe que estatuas de bronce mongolas con siglos de antigüedad fueron destruidas y llevadas a Rusia como chatarra, donde se fundieron para fabricar munición.

-Ciudades monásticas arrasadas hasta los cimientos.

-Se estima que un 65% de la población mongola fue asesinada durante la Gran Purga de Stalin. En contraparte, cotas altísimas de presencia militar soviética se asentaron en Mongolia, las que supondrían una alteración sustancial en el sustrato étnico del país; hablamos de más de medio millón de soviéticos introducidos en un país que había perdido más de la mitad de su población original.

-Intelectuales y políticos opuestos al nuevo régimen de ocupación fueron deportados y "purgados".

-Se sabe que hubo planes de anexionar Mongolia a la URSS como una república más, si bien no se llegaron a materializar por la negativa del PRPM. El responsable de esta resolución, Choibalsan, camarada del ya mencionado Bodoo, murió en condiciones poco claras.

-Bohumír Šmeral, el rector de la Comintern dejó claro que el único interés de la URSS para con Mongolia era explotar la amplia cantidad de recursos de su basto territorio, tarea mucho más sencilla de realizar si antes se desbarataba el sentimiento nacional de Mongolia.

Las políticas de reasentamiento de población desperdigaron mongoles por todo el territorio soviético. Muchos mongoles fueron reclutados para combatir al Eje en el frente occidental (desde la perspectiva mongola), que habrían sido los soldados que cometieron las violaciones masivas de la Alemania "liberada", según la narrativa nazi.



Vayamos ahora a España. Es 1931 y se proclama la República tras unas elecciones en las que había ganado el voto monárquico gracias a la población rural. La historiografía progresista quiere dar legitimidad a la República argumentando que el voto en el campo era coaccionado por caciques mientras que en la ciudad era libre. Yo personalmente, soy más de la opinión de que el agro pone a la gente en contacto con sus orígenes y temperamento étnico, volviéndola recelosa contra intromisiones foráneas. Así había sido durante Guerra de Independencia, que el pueblo se levantó contra el iluminismo francés, (empero los liberales de Cádiz se adueñaron ilegítimamente de la resistencia, por lo que no es de extrañar que se llegara a exclamar "que vivan las cadenas" al regreso del nefasto Fernando VII); y así estaba siendo recibido el socialismo entonces. En contraparte está la gran ciudad que provoca el efecto contrario. Allí los obreros se hacinan en bloques que parecen diseñados para absorber el alma, y llegan a sentir que son solo un número más, desconectándolos de la realidad que los rodea y aislándolos de sus semejantes. Otro argumento que esgrimen los partidarios de la República es que el Rey abandonó el cargo, claro que obvian que fue bajo coacción violenta y tras verse sin apoyos militares.

Volviendo al tema en cuestión, a lo largo de este corto pero tumultuoso periodo, los gobiernos izquierdistas removieron Roma con Santiago para eliminar cualquier atisbo de la expresión cultural hispánica, empezando por el cristianismo, uno de los pilares fundamentales de la nación española desde que Pelayo lo utilizó como seña de identidad común para congregar a los reinos cristianos que no querían someterse al islam allá en el siglo VIII, y que más tarde, ese mismo siglo, complementándose con la filosofía de Beato de Liébana y el mando político de Alfonso II, cristalizó en el proceso que hoy conocemos con el nombre de Reconquista, nuestro mito fundacional.

Durante la Guerra Civil se tuvo que refugiar la Santina de Covadonga en territorio francés porque no podían garantizar su seguridad ante los constantes ataques anticlericales. Al terminar la contienda, regresó y fue paseada triunfalmente por toda Asturias.


Tal era el grado de anticristianismo disfrazado de laicismo, que no contentos con destruir nuestro origen místico, la constitución republicana prohibió dar sepultura cristiana (!). Es digno de mención la cantidad de patrimonio cultural y arquitectónico español que se perdió aquellos años a manos de la bestia roja ante la pasividad del Gobierno, que lejos de reprimirles, les concedió la amnistia allá por 1936. Hablamos de un régimen que no le daba vivas a España porque se las reservaba a Rusia, a la que más tarde haría entrega de todas nuestras reservas de oro e incluso la soberanía nacional; la URSS ejerció de facto el gobierno durante la Guerra Civil. Un régimen que promovía la balcanización social y política de la nación alimentando separatismos regionales.[6]

Solo algunos ejemplos del respeto que el comunismo español profesaba por la cultura española.
Este proceso de destruir la cultura imperante para implantar una nueva no fue invento de los comunistas. Lo hicieron los cristianos destruyendo la cultura clásica grecorromana cuando se impusieron en el bajo Imperio Romano; lo hicieron los musulmanes con la arquitectura y la lengua hispanogoda e hispanorromana; lo hicieron los Romanos en Judea, a la que cambiaron el nombre por Palestina; lo hicieron los ingleses en América, los bantúes en el África subsahariana, los otomanos en todo su Imperio. Los comunistas sólo tuvieron el dudoso honor de llevarlo a cabo sistemáticamente allí donde se establecían. Esto atiende a la necesidad de la nueva cultura de superponerse a las preexistentes. Con la esperanza de que éstas dejen de traspasarse de una generación a la siguiente, deciden cortar por lo sano, de manera que las generaciones venideras no puedan descubrir sus orígenes por quedar inaccesibles y se resignen a aceptar la nueva cultura impostora ante la imposibilidad de conocer otra realidad.

Pongámonos en situación. Somos un campesino español. Nuestra vida pivota en torno a nuestra familia, doblamos el lomo en el campo para poder ser dignos de ejercer el prestigio social del que tanto hemos hablado a lo largo del escrito, vamos a Misa cada domingo, tenemos la esperanza de hallar una vida mejor tras la muerte y encontrarnos con nuestros seres queridos y pretendes transmitir todo ésto a tus descencdientes. Así es nuestro modo de vida. El modo de vida español, el que brota naturalmente de nuestro potencial humano. Podrá ser más o menos productivo en comparación a otros, pero nadie puede negar que ha sido configurado libremente y acorde a nuestra naturaleza.
De repente llegan unos tipos a los que nadie ha votado y que no han pisado el campo en su vida a organizar tu existencia. Tratan de subvertir el orden dentro de tu familia relegándote de tu posición de prestigio, dejan a tus hijos sin educación porque les da la neura y decretan que los colegios católicos son ilegales, si quieres educarlos tendrás que llevarlos a un centro de adoctrinamiento estatal, (eso si tienes suerte, porque en la aplicación de la ley de educación republicana no se abrieron todos los centros educativos que tenía previstos), ridiculizan tus creencias religiosas más profundas, no se hacen responsables de lo que te ocurra por ir a Misa, mientras, ves como dan alas al anticlericalismo entre las masas para que quemen conventos y asalten monjas y encima te niegan la posibilidad de recibir sepultura católica. Todo en aras del progreso y de unas mejoras económicas y laborales que nunca llegan. No solo pisotean tu modo de vida, sino que de paso destruyen literalmente todo el legado que este ha producido y escupen sobre los símbolos nacionales y los pilares de la patria de la que te sientes componente.

A la luz de los hechos, todavía hay comunistas que se atreven a decir que el Frente Popular era una coalición "patriota". La cuestión es, ¿patriota de qué? Si te gusta España no intentas cargarte sus expresiones culturales y su legado, que es lo que brota de la idiosincrasia de su gente y es lo que la hace diferente del resto de naciones. Que la Iglesia fuera rica y poderosa en aquel entonces no es razón para prohibir la religión mayoritaria del pueblo (o más bien sustituirla por otra laica), y menos aún para concentrar los ataques y el odio contra el bajo clero que ni pincha ni corta dentro de la jerarquía eclesiástica.

Algunos quieren aferrarse al iberismo que profesaba la CNT-FAI, aunque sus intenciones no eran otras que hacer tábula rasa y reconfigurar la nación española, a la que consideran fallida desde su origen y entienden la nueva España como una federación de países, algunos de ellos sin sustento histórico ni étnico. Otros se aferran al verso de la jota aragonesa a la que pusieron letra de estilo masónico-iluminista[7] en la que se menta a los "hijos del Cid". Mas yo creo que lo exaltan por su faceta de felón.

Recientemente, ante la oleada de atentados musulmanes, algunos izquierdistas han querido mostrarse como defensores de la cultura occidental frente a la barbarie del "islamofascismo", acusando a Franco de filoislamista por haber utilizado tropas de regulares durante la Guerra Civil. Pero el argumento hace aguas por todas partes y veremos por qué:
-Para empezar la situación del islam no era entonces como la actual y además Marruecos era un protectorado español.
-Aquellos moros no tenían como incentivo la yihad, sino el vil metal. Algunos herederos ideológicos del bando republicano claman que Franco les dio carta blanca para saquear y violar, pero lo cierto es que estaban amenazados de muerte por si se les ocurría cometer tales actos. Cierto es que esos execrables sucesos llegaron a materializarse, pero desde luego no con la aquiesencia del Bando Nacional.
-Los primeros en traer mercenarios moros a España fueron los gobernantes republicanos para sofocar el golpe de estado de Asturias de 1934.
-Al terminar la contienda, los moros fueron devueltos a África, sin compensación económica o muy escasa, quedando sólo la Guardia Mora, que también fue deportada tras la independencia de Marruecos a fin de eliminar posibles quinta columnas.
-Franco no tuvo problema en ir a la guerra contra ellos cuando se le subieron a la chepa en Sidi Ifni; ni la tuvo al enterarse de la Marcha Verde, aunque esa vez, que se encontraba prácticamente en su lecho de muerte, fue ignorado por su gabinete.
-Da igual que ocurrió hace 80 años, lo cierto es que la izquierda es responsable en mayor parte de la actual invasión islámica de España y la sustitución demográfica. La "derecha" PPera acomplejada los trajo durante la burbuja económica, sí, lo que no excluye la responsabilidad de la izquierda patria, que ha velado para que sean nacionalizados y para que sigan viniendo todavía más.

No es que Franco se adueñara ilegítimamente del "amor a la patria", como quieren hacer ver los simpatizantes del régimen que prohibió la enseña nacional. No. Es que lo recogió de la cuneta donde el gobierno republicano lo había dejado tirado y le dio lustro. Y solo con ese simple gesto se ganó al sector de la población cansada de ver como día tras día escupían sobre su modo de vida.
Desarrollo de la Guerra Civil española los primeros años. No es de extrañar que el golpe triunfara en un principio en la meseta central. Como ya se ha dicho antes, la gente de pueblo se muestra más reticente ante los cambios.



Hablemos ahora del caso yugoslavo. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos intentan subyugar Yugoslavia para convertirla en un país satelite al estilo de Polonia o Alemania del Este ya que, como diría Milovan Djilas, exvicepresidente yugoslavo hoy difunto cuyas teorías expondré ahora, el comunismo sólo es capaz de unir lo que conquista. Si la URSS hubiera saciado sus pretensiones expansionistas, la nomenklatura yugoslava podría haber perdido su poder, así que para que esto no sucediese, intentaron construir una identidad común en torno al "comunismo nacional" reprimiendo toda expresión étnica ya existente y forzando la convivencia entre pueblos irreconciliables. Todo ésto en un país como Yugoslvia, una federación con dos alfabetos, tres religiones, cuatro idiomas y seis nacionalidades. A los sumo establecen las fronteras de los estados integrantes atendiendo a motivos lingüísticos. La idea es crear una identidad común en torno al socialismo yugoslavo a la que pudieran apelar y así exaltar ese sentimiento de comunidad contra las pretensiones colonialistas de la Unión Soviética.
Este patriotismo bastardizado, denominado por Milovan Djilas como "comunismo nacional", no tiene otro fin que mantener los privilegios y la hegemonía de la casta dirigente frente a pretensiones de dominación foránea. No es una expresión genuinamente popular y que surge espontáneamente. Se trata de un experimento nacido de las probetas de obscuros laboratorios de ingeniería social y sólo se impone a duras penas con la promoción que el Partido hace de este con un gran esfuerzo propagandístico. El experimento no acabó muy bien, ya que sólo la mano dura de Tito fue capaz de mantener unida la Federación. A su muerte los enfrentamientos étnicos reaparecieron rápidamente y además se vieron acrecentados por las políticas de Tito para instalar población étnicamente albanesa en territorio serbio.


Ahora le toca el turno a la China de Mao Zedong. Ya hemos visto que el comunismo es "patriota", pero no de la patria en la que se instala, sino de la "patria del proletariado" que pretende crear, por lo que, a su llegada, trata de eliminar cualquier vestigio de identidad pasada. La mayoría de países del bloque comunista lo intentaron y lo consiguieron parcialmente, pero ninguno con tanto éxito como China. El Salto Adelante y la Revolución Cultural se cargaron toda la cultura y modo de vida sínica basado en el confucioísmo con una dura campaña propagandística denominada "Critica a Confucio", al que consideraban responsable y padre del feudalismo, sistema por el que regían su sociedad y supuesto origen de la opresión.
Propaganda comunista china. El cartel reza "Detruye el antiguo mundo". Aparece un comunista machacando una estatua de Buda, textos confucistas y una cruz cristiana.
Lo más indignante del caso chino, es que Mao traicionó el ideal comunista. Empezó a citarse con Kissinger y pactó con él los términos de la industrialización del país.

"Para alrededor del año 2000, la China comunista será una "superpotencia" construida con tecnología y genio americanos". 
(Antony C. Sutton, American Secret Establishment, 1984).

De forma que hoy día China es conocida jocosamente en el mundo entero por ser el sistema político que agrupa todo lo malo del comunismo y todo lo malo del capitalismo. Aunque yo prefiero llamarlo "fase final del comunismo", es decir, no considero que el comunismo pueda terminar de otro modo.

Me explico: Como hemos visto, la nomenklatura explota el sentimiento patriótico para defender sus privilegios ante pretensiones expansionistas de otros estados, pero esto no le sirve de nada si no puede competir con ellos a nivel productivo y sobre todo militar, es por eso que surge una necesidad imperiosa de industrializar el país. La industralización fue posible gracias a las condiciones materiales que había en el país en esos momentos. Los agricultores empobrecidos veían en el sector industrial la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. Esta esperanza del campesinado en alcanzar una vida más acomodada, permitió a los distintos líderes comunistas explotarlo con la promesa de que con su esfuerzo desmesurado podría lograrse, cosa que nunca llegó a pasar. Así que, si las distintas revoluciones comunistas tenían el mismo fin que la revolución liberal, esto es, la industrialización, nada nos impide afirmar que en los países comunistas rige un capitalismo de estado.

Así es. En los países comunistas es el estado quien posee el monopolio de toda la industria nacional y los medios de producción, y los utilizan ad maiorem lucro personal. Por supuesto nos estamos refiriendo a un reducido número de burócratas, altos cargos del partido. No en balde, tras la caída de la URSS toda su industria quedó en manos de 7 oligarcas que no aparecieron por generación espontánea de la noche a la mañana, y en China la situación no es muy distinta, con la diferencia de que el comunismo allí aún perdura, en teoría, pero lejos de haber derrocado a las élites pre-maoístas, ha apuntalado su poderío, de hecho, el 84% de la élite sínica actual son descendientes directos de la élite existente antes de 1949

Una cosa hay que reconocerle a China: es una potencia económica digna de admiración, aunque su poderío sea resultado del esclavismo, el nulo respeto por el medio ambiente (conducta habitual de los regímenes comunistas) y hacinamiento de sus ciudadanos en granjas humanas.



Llega el turno de la excepción: Corea del Norte. Si bien no es al uso comunista, sino juche. Teóricamente se opone al materialismo de corte marxista y desde el principio fue respetuoso con la identidad nacional, quizá para ahorrar tiempo y recursos en tener que construir otra nueva. Kim Il Sung llegó a reprochar a Marx su actitud apátrida. Dijo "Yo soy comunista y además coreano".
De todas formas su exaltación del sentimiento patriótico no tiene razones distintas a las del caso soviético o yugoslavo: pastorear al pueblo y mantenerlo unido contra incursiones extranjeras que puedan poner el jaque la hegemonía de su estrato social dirigente. El gobierno promueve el miedo y el odio contra los Estados Unidos como si del Doctor Manhattan se tratara, que viene a arrebatarles su "envidioso" modo de vida donde el estado omnipresente les sustrae todo el fruto de su trabajo.
Lo único rescatable de este sistema es su impermeabilidad contra la globalización, a la colonización cultural y la suplantación demográfica que ésta impone en los países donde se consolida, aunque sea por los motivos antes expuestos, hay que dar al César lo que es del César.



Como colofón, hablemos del socialismo hispanoamericano. Puede tratarse del caso más recalcitrante de moral de chandala, que diría Nietzsche. Se nutre del odio a España y de un indigenismo fraudulento que pinta la Ámerica precolombina como una Arcadia donde todos los nativos vivían en paz y armonía con la naturaleza. Nada dista más de la realidad. A la llegada de los españoles a aquellas ignotas tierras, existían civilizaciones en su fase de decadencia más profunda que tenían por costumbre reprimir las pequeñas aldeas colindantes que aún permanecían en el Paleolítico. La película de Mel Gibson "Apocalipto", fiel reflejo de aquel mundo, levantó ampollas entre los promotores más ilustres de este movimiento, que prefieren otras obras del séptimo arte, como "Avatar". Efectivamente, hablo de Evo Morales, el hombre que aplica políticas para eliminar cualquier sentido hispano que tuviera Bolivia.

Ciertamente, resulta imposible concebir una organización de Sudamérica si no es con la influencia de los españoles. No por nada fueron ellos quienes configuraron en buena parte su distribución étnica actual, quienes les dieron señas de identidad común sobre las que se sustentan sus estados actuales, tales como el idioma, el rey o el cristianismo; y fueron quienes fijaron las actuales fronteras, sentando doctrina internacional en cuanto a procesos de descolonización se refiere. En realidad los españoles fueron excesivamente permisivos con las tradiciones indígenas, sacrificios humanos a parte. No es de extrañar que acabaran perdiendo su estatus de prestigio y finalmente fueran derrocados y expulsados. Como apuntaba antes, las sociedades multiculturales están destinadas a sufrir batallas constantes entre los distintos componentes étnicos hasta que uno de ellos se imponga puesto que cada uno entiende la vida de una forma diferente e incompatible. A modo de ilustración, en tiempos de Felipe II, los criollos españoles pedían a su rey que prohibiera a los indígenas portar armas pues se estaban volviendo levantiscos contra la éltie. Tupac II, un mestizo español e indígena de temperamento sedicioso que había recibido educación jesuítica, trató de unir a negros e indígenas en una causa común contra la Corona y la élite criolla, pero ésto es harina de otro costal.

Volviendo al tema en cuestión, el socialismo iberoamericano pretende obviar todo el legado español y estructurar la nueva sociedad iberoamericana en torno a la falsa idea de una hermandad panindigenista que habría sido truncada por los conquistadores españoles, suprimiendo para gloria de su empresa todo vestigio hispánico, a excepción de la lengua, que es un buen motor de cohesión social con el que no contarían de no ser por los colonos, importante instrumento para cobijar a un pueblo racialmente tan diverso bajo el seno del socialismo. También es común entre socialistas iberoamericanos que emprendan políticas internacionales antiespañolas, véase Cristina Kirchner expropiando Repsol.
Mientras en hispanoamérica se destruye el recuerdo de los conquistadores, la izquierda española rinde homenaje a los responsables de la deshispanización de Sudamérica. Aún así no faltan entre los izquierdistas españoles quienes, obnubilados por el apabullante recuerdo del magistral Imperio Español, hablan de una cooperación política entre España y Sudamérica, que no se traduciría en otra cosa que en la sudamericanización y bolivarianización de España. Un proceso diametralmente opuesto al que llevaron acabo los españoles en Ámerica. Otra nociva expresión del antes mencionado iberismo de izquierdas que sólo aceleraría el proceso de sustitución demográfica.
Si en la URSS se usó el Ruso como lengua común, en Iberoamérica se usará el castellano, no por placer, sino por pragmantismo. Si el Doctor Manhattan particular de Corea del Norte es Estados Unidos, el de la Ámerica bolivariana es España, a la que acusan de ser causante de los desmanes que acaecen actualmente en esas tierras, siglos después de que las abandonara forzosamente. Un análisis serio a la debacle sudamericana apuntaría como responsables a sus nuevas élites postcoloniales, pero no se lo pueden permitir, pues aquellos criollos revolucionarios son hoy próceres de la patria y pilares del movimiento.

Todas las naciones americanas con gobiernos socialistas utilizan la patria como cortina de humo para tapar sus continuos fracasos y hacer y deshacer libremente a espaldas del pueblo que dicen representar. Irónico que sea así cuando uno de los mantras más extendidos entre la izquierda internacionalista, herencia de la doctrina del propio Marx, es que las derechas invocan a la patria para alienar al obrero.
Así mientras Hugo Chávez alimentaba el sentimiento nacionalista e incitaba al antiamericanismo, acusando a los Estados Unidos de ser una potencia imperialista, les vendía el petróleo a precios tirados a espaldas de "su" pueblo.

Cuba demuestra el hecho de que el patriotismo comunista es pura fachada para mantener subyugada a la masa, da igual el tipo del que esta sea, y saca a relucir que no tiene en cuenta los factores básicos de cualquier patriotismo que surja espontáneamente, tales como la raza, la étnia o la cultura. "Patria o muerte" exclamaban el gallego y el argentino que lideraron una revolución exaltando a masas de mulatos para derrocar una dictaduta de líderes eurodescendientes títeres de los Estados Unidos e imponer una nueva dictadura de líderes eurodescendientes títeres de la Unión Soviética. Parece un chiste.


Conclusión

 

A lo largo del artículo hemos ido analizando el origen y la naturaleza del "patriotismo de izquierda" o "comunismo nacional" y hemos podido concluir que, indefectiblemente, se trata sólo de un ardid para explotar el sentimiento humano natural y necesario de pertenecer a una comunidad y hacer creer a las greyes que forman parte de un colectivo superior a él sustitutivo de la patria natural: la patria del proletariado. Una entelequia que no tiene en consideración los factores biológicos e históricos sobre los que toda patria se ha vertebrado desde que tenemos registros. Se trata de una suerte de nacionalismo que de llegar a imponerse, no dudaría en erradicar el componente humano del que emanaban las expresiones culturales que antaño configuraban la identidad de esa nación, en la que de ahora en adelante regirá el comunismo y su cultura prefabricada, y si fuera necesario, no tendría reparo en sustituirlo por otro pueblo más afín a la Patria Proletaria. Una patria que no tiene otra identidad que la clase, o sea, sus habitantes se definirían a sí mismos según su poder económico y nada más. El Mammonismo puro y duro es el pilar espiritual de la nación comunista. Pasto de las élites económicas internacionales, puesto que, al fin y al cabo, no tiene más patria que el dinero que uno posea y las más pobres se deben a las ricas.

Esta tesis tiene por fin advertir a todos aquellos que quieren que su país siga siendo lo que es y que hoy se pueden ver tentados por la treta del socialismo patriótico. La gente está actualmente desprevenida respecto al comunismo, ya que los izquierdistas controlan la cultura a la que puede acceder el pueblo llano y cuenta con los medios de comunicación necesarios para propagarla y perpetuarla, lo que les ha permitido convencer al grueso de la población de la trillada mentira que reza que "el comunismo es bueno en teoría, pero irrealizable", haciéndolo vulnerable a caer en sus trampas con mayor facilidad. Pero un simple vistazo a la teoría comunista disipa toda duda. Marx no consideraba comunismo a aquello que no pudiera darse en un plano físico, por lo que podemos afirmar que tenemos precedentes incuestionables de comunismo aplicado. Y no sólo eso, sino que el comunismo no es bueno ni siquiera en su teoría. Sus pretensiones igualitaristas (que igualan por donde pueden, esto es, por lo bajo) solo pueden desembocar en la erradicación de los elementos más excepcionales de la población y abocar a esta a la miseria moral, intelectual y física.

Estas contaminaciones de carácter y origen marxista han medrado incluso entre los que se denominan la vanguardia defensora de la patria. Como decía al principio, esto viene por influencia de Dugin, un nostálgico de la URSS. Para que esbozar una noción básica de su ideología, diré que algunos han querido ver en sus tesis un estalinismo teórico. El caso es que en un intento de atraer a las masas a su causa, alabó ciertos aspectos del fascismo (y despreció muchos otros) ganando adeptos entre ese sector, que a falta de mejores ideólogos, le compraron su ponzoñoso discurso. Esto acabó saliendo caro, porque a cambio de sentirse integrados en un grupo más numeroso, les endilgaron una serie de ideas tóxicas que todavía arrastran.

Y para todos aquellos comunistas que sientan aprecio por su nación y no quieran verla convertida en un caparazón vacío, sabed que llegado el caso tendréis que elegir entre la patria o el comunismo que viene a sustituirla por una nueva. No se puede servir a dos señores.

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[1]Observación del autor: Este planteamiento parte de la falsa premisa de que las naciones son creaciones de la clase dominante y de que el instinto de pertenencia a la comunidad es malo per se. En mi opinión personal, la nación surge como consecuencia del instinto de comunidad y sólo después puede ser corrompida por su clase dominante.

[2]John Glub creía que toda civilización sigue un ciclo de cuatro fases. Resumiendo su planteamiento brevemente:
1. Nacimiento: Hombres forjados en ambientes de extrema dureza se ven motivados para dar la vida por un futuro mejor para su pueblo.
2. Apogeo: Esos hombre triunfan en su propósito y crean una sociedad próspera. Han transmitido a sus hijos el amor por su creación y éstos están dispuestos a defender lo que han conquistado. La estabilidad política y la habitual conquista de nuevos territorios durante la expansión abre nuevos mercados y estimula el comercio.
3. Declive: El exceso de prosperidad termina produciendo hombres débiles y sedentarios que no están dispuestos a defender la patria que le han legado sus ancestros porque no creen que haya nada que defender. Los guerreros ya no son relevantes en la sociedad, prima ser comerciante; las ansias de conquista son sustituidas por ansias de acumular dinero. Aparece el relativismo moral. Mayor influencia de la mujer en la política. Debido a las vacas gordas, los núcleos urbanos comienzan a llenarse de inmigrantes atraídos por motivos comerciales y económicos hasta el punto de que toman papeles relevantes dentro de la política nacional y actuarán en favor de sus semejantes.
4. Hundimiento: la tesitura recién descrita se hace insostenible y termina por colapsar la civilización en su fase decadente. Reina el caos. De las cenizas de la civilización fallecida, surgirán nuevamente hombres fuertes que con suerte volverán a levantarla.

[3]La gente tiende a creer que como hoy Sudáfrica la gobiernan hombres de tez oscura, ha vuelto su destino a manos de sus habitantes originales. Nada más lejos de la realidad. En un principio Sudáfrica era una tierra mayormente despoblada habitadas por tribus capoides que habían sido desplazadas previamente hacia el sur por la expansión bantú. Durante el Apartheid, Sudáfrica se colapsó de inmigración norteafricana que escogía como destino su país por sus excelentes condiciones de vida. Preferían soportar el racismo afrikáner antes que la miseria africana.

[4]En la cruzada contra el zar participaron incluso judíos de la diáspora como el banquero americano Jacob Schiff, que apoyó económicamente el golpe de 1917 financiando a León Trotski para que pudiera llegar a Rusia, lo que le permitió organizar el Ejército Rojo. Anteriormente había ayudado económicamente a Japón durante la guerra ruso-japonesa y también fue financiador del fallido golpe de 1905.

[5]En su libro "La nueva clase", Milovan Djilas teorizó que los modelos de producción aparecen espontáneamente y que los procesos revolucionarios tienen por fin erradicar instituciones antiguas y desfasadas que los lastran. Sin embargo, el modelo de producción comunista no existía previamente a la revolución, por eso se tuvieron que crear organismos estatales específicos que se encargaran de darle forma e implantarlo en la sociedad.

[6]Balcanizar viene de Balcanes, en referencia al proceso de disolución de la Federación Yugoslava. Irónico que el comunismo cree divisiones artificiales donde no las encuentra y en otras partes se dedique a forzar la convivencia entre facciones irreconciliables.

[7]No son paranoias. Los masones estuvieron muy presentes en la configuración de la II República. Reconocido por ellos mismos. https://historiamasonica.blogspot.com.es/2010/06/la-masoneria-espanola-desde-1931.html
Pero no caigamos en "magufadas", la masonería era en esencia un lobby, como cualquier otro, que presionaba para introducir políticas de corte liberal, algunas de las cuales podrían haberlas firmado cualquier partido comunista.

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